Imaginemos una aldea. Una vez allí, trasladémonos a un taller donde se conjugan talento y ciencia a golpe de pincel y cincel. Dialoguemos con Ángel Febrero, quien se considera un “humilde artesano”. Lo cierto es que su obra es prolija. Nos desvela los secretos de una persona consagrada al arte y comprometida con el medioambiente. Afable divulgador, el programa La aventura del Saber (La 2 de TVE) ha gozado de su presencia y rigor. Lo ha hecho a través de dos espacios: Biobricolaje y Cuaderno de Gaia. Aquí no concluye su estela, sino que se prolonga hacia proyectos innovadores como Paludario, Muros Frescos o Bioesculturas, entre otros.
- Arte o ciencia: ¿qué disciplina llegó antes a tu vida?
Realmente las dos disciplinas tienen muchísimo que ver. De hecho, ayer veía un documental del matemático Benoit Mandelbrot, quien descubrió el tema de los fractales. En él comentaba que la ciencia y el arte van cogidas de la mano porque todas las formas de la naturaleza tienen su componente estética, gráfica o artística.
En mi caso, no es que empezase por el arte o la biología, sino que ambas están vinculadas
Mandelbrot descubrió el conjunto que lleva su nombre. Es un conglomerado de imágenes fractales aplicable a todo: a las telecomunicaciones, a la medicina e incluso a la bolsa.
Él pudo aplicar los fractales a la vida real. Estos están en todo: en la forma de los ríos, de las plantas, en cómo se erosiona una montaña o en el relieve de una costa marina. Es decir, los hay en cualquier sitio de la naturaleza
Es un ejemplo de que la ciencia y el arte van muy de la mano. Y, en realidad, el conjunto de Madelbrot es una obra de arte en sí mismo.
Es un objeto geométrico imaginario, fruto de una fórmula matemática y que describe un patrón geométrico irregular y que de alguna manera es autorreferente. Es así debido a que, por mucho que bucees en la autorreferencia, no tiene un final.
La geometría fractal lo que hace es explicar fenómenos de la naturaleza que, con las teorías más clásicas de la matemática o de la geometría, no se pueden comprender.
- ¿Cómo has logrado conjugar las dos vertientes de las que hablábamos antes en tu trayectoria profesional?
Siendo muy práctico. Vivir del arte y de la ciencia es muy complicado en nuestro país. Y subsistir de ambas es aún más complejo. Lo que ocurre es que yo he sido muy pragmático y he intentado arrimar esos conocimientos de arte y de ciencia a cosas muy prácticas. Por ejemplo, a varias patentes como la de los jardines verticales sintéticos o no. También en las réplicas de flora y fauna para museos.
- ¿Por qué crees que en España es complicado vivir de la ciencia y del arte?
En España el interés por el medioambiente es muy escaso. Hay muy poco naturalista. Además, existen pocas personas a las que les interesa saber cómo se llama ese árbol, qué tipo de pájaro está cantando al lado de su ventana o cómo vive un hongo.
El español, en general, vive bastante ajeno a la naturaleza y al medioambiente.
Por otro lado, poca gente sabe apreciar una obra de arte, ya sea un cuadro o una escultura.
Hay todavía mucha incultura científica y artística en nuestro país. Por supuesto, hay gente muy válida y capaz.
- ¿Qué te llevó a la Escuela de Artes? ¿Qué vibraba en ti para decantarte por el arte?
Yo entré en la Escuela de Artes porque quería aprender a dibujar y a modelar. Deseaba trabajar temas de la naturaleza, dibujar fauna, hacer ilustraciones para libros y modelar para museos. Estudiar en la Escuela de Artes era una buena manera de aprender técnicas.
Una vida ligada al medioambiente desde niño
- ¿Dónde se enraíza tu amor por la naturaleza?
De pequeño, realmente. A mi hijo le ha pasado lo mismo. Es chiquitín y ya está enredando con las hormigas, le encanta ir al campo a coger renacuajos, a ver mariposas, se emociona con un saltamontes. Es algo que te nace. Forma parte de la curiosidad infantil. Hay gente que lo pierde, pero también la hay que lo desarrolla y aprende más sobre todo eso que tiene delante.
- O sea, ¿tú crees que el amor por la naturaleza es algo innato?
Sí, es un poco innato, lo que pasa es que, en general, se pierde, no se fomenta o enseguida alguien le dice al niño: “venga, suelta el bicho ese, ¡qué asco!”. Y le van quitando esa fascinación por comprender la naturaleza.
- ¿Podrías destacar un punto de inflexión que te condujo a ser un biólogo autodidacta?
El punto de inflexión fue que, con 18 años -estaba en la Escuela de Artes- comencé a trabajar por las tardes, a media jornada, en la revista Quercus -una publicación sobre biología-. Entré ahí para encargarme de las ilustraciones.
- Perteneciste a la ya desaparecida Fundación Félix Rodríguez de la Fuente, ¿qué huella nos dejó este naturalista y divulgador?
Félix ha marcado a muchas generaciones porque era una persona muy apasionada, con una gran capacidad de comunicación y muy carismática. Una persona muy especial.
- ¿Cuáles son los cambios esenciales que reivindicaba Félix Rodríguez de la Fuente para estar en armonía con la naturaleza?
Los más evidentes: escaparse de esta sociedad totalmente consumista que hace que los recursos de la naturaleza vayan a menos. Estamos devorando el planeta. Él pensaba que había que tener un equilibrio con la naturaleza y un estilo de vida que fuera compatible con el respeto hacia el medioambiente. La degradación de la naturaleza ha sido galopante en estos últimos cincuenta años.
La 2 de TVE brinda dos espacios a Ángel Febrero
- Llegaste en 2011 a La 2 de TVE con Biobricolaje, una sección de La aventura del Saber: ¿cuál era la misión de este espacio?
Está ideada para que los chavales puedan educarse ambientalmente hablando.
- Posteriormente (2012), nació Cuaderno de Gaia en el mismo programa, ¿qué denota el concepto de Gaia?
Gaia como concepto es muy interesante. Es una manera de englobar todo y no ver la naturaleza por partes. Generalmente, el ser humano -sobre todo el occidental- intenta analizar todo diseccionando. Sin embargo, esta concepción de la naturaleza consiste en verla como un ser vivo, como una unidad y una partícula viviente. En realidad, una pequeña partícula, como una célula que está flotando ahí en medio de la nada.
- ¿Cuál era tu modus operandi para que la tierra fuera más próxima a los televidentes?
Algo tan sencillo como aplicar un poquito de pasión a lo que me entusiasma. Contarle a alguien, por ejemplo, la vida de las hormigas. Transmitirlo de tal manera que las personas alucinen con esa estructura social que tiene el hormiguero.
Paludario y Muros Frescos, dos marcas de carácter innovador
- Creador de la marca internacional Paludario, ¿en qué consiste esta iniciativa?
Se trata de un pequeño ecosistema vivo en el que hay helechos, musgos y es como un pequeño cuadro vivo para disfrutar. Está ideado para que sea autosuficiente. Tiene una serie de bombas de agua y una iluminación que hace que se mantenga vivo. Yo trato de inventar un cuadro viviente: un cuadro de un manantial, que muestre un trozo de naturaleza húmeda, de musgos, de helechos, pero que tenga esa viveza y se mantenga en el tiempo.
- ¿Cuáles son los secretos para crear y mantener un paludario?
Que la tecnología que lo soporta esté en perfecto estado. Por ejemplo, revisar que las bombas funcionen, que la iluminación sea la correcta y hacer cambios de agua cada cierto tiempo para que no se salinice demasiado.
- A ella se suma otra marca-patente internacional: Muros Frescos, ¿cómo nació la idea?
A raíz de Paludario, pensé que también había una laguna muy grande en la jardinería vertical que no fuera viva. ¿Qué ocurría? La que era sintética consistía en rejillas de plantas de plástico del Leroy Merlín, para entendernos. Había personas que optaban por musgo seco pegado a una pared con cola de contacto. Me parecía muy lamentable. Reflexioné y concluí que lo mejor era realizar una patente que fuera musgo de material reciclado que pareciera vivo, de tal forma que no se dañara el mundo de la naturaleza y que tuviera esa estética tan agradable.
La idea era hacer un producto artístico original, que acogiera una serie de características de estética, de duración y que fuera innovador.
- ¿Cómo consigues seleccionar especies para crear un jardín vertical?
Como todo es sintético cien por cien, consulto todos los catálogos de plantas artificiales hechas en Europa con calidad suficiente y escojo aquellas especies que están mejor conseguidas y recreadas.
- ¿Cuál es el Muro Fresco que te ha traído más satisfacciones?
Por supuesto, los que hice para el aeropuerto de Madrid. Realicé siete bastante grandes. Al final mi producto llamó la atención porque era muy diferente a lo que existía en el mercado hasta ese momento. Quisieron que mis jardines ocupasen las diferentes terminales. De eso sí que estoy muy orgulloso.
Febrero apuesta por la originalidad y el rigor en su obra
- Este año ha arrancado el proyecto Bioesculturas: ¿cuál es su propósito?
Es una manera de hacer colonias para aves urbanas, pero que no fueran simples cajas nido en los muros de los edificios para que las aves los ocupasen. La idea era hacer esculturas en forma de ave y, que, a la vez, fueran cajas nido. Que esa figura artística estuviera compartimentada interiormente de tal manera que las aves anidaran. Se trata de hacer esculturas autorreferentes. Es decir, si es la colonia de un vencejo, elaborar y colocar la silueta de un vencejo donde pueda alojarse una veintena de ellos aproximadamente.
- Hace poco ha nacido una web donde ilustras aves, mamíferos y reptiles: ¿cuál es el enigma de tanta precisión y rigor al plasmarlos?
Lógicamente, aparte de que llevan muchísimas horas de trabajo, son ilustraciones digitales para las cuales yo me baso en fotografías de la anatomía de esos animales. Puedo hasta clonar pelo con pinceles digitales para implementarlos en esos dibujos. Con lo cual, te permite desarrollar mucha precisión.
- ¿Qué mensaje lanzarías a adolescentes y jóvenes apasionados por la naturaleza?
El camino de la ciencia es precioso y nunca se acaba porque comprender la naturaleza, el universo y a todas las criaturas que habitan con nosotros es algo fascinante. Saber sobre su vida es algo maravilloso que enriquece muchísimo y que, al fin y al cabo, es la realidad. El hombre ha erigido otro tipo de cultura más irreal: una cultura urbana, en la que el ser humano se aleja de la naturaleza. A mí me gustaría que los jóvenes pensaran que la realidad no está tanto en las ciudades, en este tipo de cultura urbanizada, sino que lo más bonito, donde más se aprende y donde más se disfruta es con la cultura de lo natural.